martes, 14 de febrero de 2012
Mi destino!
Que no me quedo otra opción que aprender a jugar con sus mismas cartas. Si he tenido tres mil problemas, él me ha puesto tres mil y una barreras para superarlos. Hasta que llegó el día en que decidí plantarle cara. Dejé de ser como el mundo quería que fuera y empecé a hacer lo que me daba la gana. Sin rencores para nadie, al que no le guste que no mire. Así crecí como persona, maduré. Ahora me recuerdo a mí misma a una de esas chicas de las películas de Hollywood con un montón de deseos que cumplir, que hacen lo que les manda el corazón, y en las que siempre aparece un príncipe azul. Y estoy orgullosa de ser así. Sin juegos, sin rodeos, sin titubeos, sin dudas, con sobrada confianza en mí misma. El destino creía que podía conmigo, pero tiene que saber que soy más fuerte que los demás, y que puede ponerme todos los baches que quiera, que los voy a superar unos tras otros. Que se prepare para la escalera real.
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